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Esta visa fue todo un aprendizaje.
Mi historia comenzó entre finales de 2018 e inicios de 2019 cuando descubrí que existía esta oportunidad de viajar y trabajar en el extranjero.
Inicie todo el proceso para tener la entrevista consular en mayo del 2019. Sin embargo, descubrí rápidamente que la información oficial disponible era muy general y, al no estar familiarizada con el procedimiento, no logré obtener un cupo para ese año. A pesar del contratiempo, no me desanimé. Decidí que intentaría de nuevo al año siguiente, esta vez entendiendo mejor el proceso, investigando en diversas fuentes y escuchando las experiencias de otros viajeros que habían pasado por lo mismo.
En 2020, volví a presentarme y esta vez obtuve la visa que me permitiría viajar en marzo. La emoción era doble porque iba a vivir esta aventura con mi hermano, quien también consiguió su visa.
Nos preparamos con entusiasmo para nuestro primer viaje al extranjero. Todo parecía perfecto, pero justo cuando la fecha de viaje se acercaba, ¡apareció la pandemia de COVID-19! y nos forzó a posponer nuestro viaje indefinidamente.
Finalmente, en septiembre de 2020, logramos asegurar un vuelo humanitario. Decidimos tomar el riesgo de viajar y aprovecharlo, aún sabiendo que habíamos perdido ya seis meses de nuestra visa. Confiábamos en que podríamos solicitar una extensión excepcional, dado el contexto global, y así completar el año de experiencia que la visa ofrece normalmente. ¡Ojo! Es importante señalar que este tipo de visa no contempla extensiones ni cambios de estatus, pero lo pensamos a causa de la situación mundial que se estaba viviendo.
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Por otro lado, para reducir gastos de alojamiento y comida decidimos ser voluntarios en un pequeño pueblo llamado Garrevaques, cerca de Toulouse. Pasamos allí alrededor de cuatro meses. Luego, nos mudamos a la ciudad para buscar empleo y así cumplir algunos de nuestros objetivos iniciales: viajar, ahorrar, sumergirnos aún más en la vida y cultura francesas y por supuesto, aprender más del idioma.
En Toulouse, después de un mes de haber llegado encontré empleo en dos empresas de limpieza de oficinas, mientras que mi hermano en la misma semana logró un trabajo en un restaurante porque justo hicimos contacto con un chico que terminaba su VVT y por lo tanto dejaba la vacante. Gracias a estas oportunidades laborales, entre ambos cubrimos nuestros gastos: alojamiento, comida y transporte.
Aprender francés fue todo un reto al principio, pero la práctica diaria hizo que avanzáramos mucho más rápido. La necesidad de comunicarnos en el trabajo y en la vida cotidiana nos empujó a esforzarnos al máximo.
Durante nuestra estancia, exploramos varios pueblos cercanos como Castres, Albi, Revel, Caraman, Mazamet, Najac, Carcasona y Narbona, y también tuvimos la oportunidad de visitar ciudades como Burdeos, París y Perpiñán, donde disfrutamos de una de las playas más hermosas.
Si te preguntas, ¿por qué no visitamos más lugares en un año? Fue a causa de la pandemia, que restringió los viajes y limitó las opciones de transporte, pero disfrutamos al máximo lo que tuvimos a nuestro alcance y claro que dejamos abierta la puerta para regresar y seguir haciendo turismo por este bello continente.
En julio de 2021, regresamos a Colombia. No logramos obtener la extensión de nuestra estadía para cubrir la totalidad del tiempo de la visa (1 año), ya que las restricciones pandémicas en Colombia habían disminuido y ya no había un motivo para permanecer en el extranjero.
Esta experiencia me dejó un profundo aprendizaje. Desde aprender a comunicarme en otro idioma y adaptarme a un entorno laboral diferente, hasta descubrir la gastronomía y cultura local mientras valoraba más mis raíces. Entendí otras visiones del mundo, conocí personas increíbles, y, sobre todo, me conocí mejor a mí misma. Logré ahorrar y darme algunos gustos que merecía. No cambiaría nada, ni los meses perdidos ni la duración final de la experiencia: tuve el tiempo que necesitaba para recargarme y fortalecer mis proyectos.
Por todo esto, siempre recomendaré la experiencia de vivir, trabajar y conocer un poco más del mundo a través de una VVT.
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